domingo, 17 de enero de 2016

The Endless Forest


Hace dos semanas, Rokuso3 y yo nos decidimos por fin a probar uno de aquellos tantos juegos que nos había picado la curiosidad desde hacía ya bastante tiempo por su extrañeza y singularidad. Desarrollado en el estudio Tale of Tales, culpables de juegos (o experiencias, según a quien preguntes) como The Path, una especie de Caperucita Roja más acorde a nuestra época, o The Graveyard, el juego de la pescatera, en el cual esperar tu turno acaba consistiendo en casi toda la experiencia vivida.

Ambos serán, sin ninguna duda, analizados en este blog en un futuro, o mejor dicho, insultados públicamente y criticados por su elevada pretenciosidad.

Pero no nos avancemos a los hechos y centrémonos en el juego que tenemos hoy por delante, y que sin ninguna duda merece todo el tiempo que podamos otorgarle, porque ya la premisa de este curioso MMORPG consigue captar toda la atención posible del público. El juego de esta semana en cuestión no es otro que The Endless Forest, el primer y único juego online de rol masivo de ciervos.

Con mucha curiosidad y cierta preocupación originada en los aspectos técnicos del mismo juego, procedimos a descargarlo totalmente gratis desde la página oficial de Tale of Tales, que amablemente sugería a todo usuario que se trataba de algo nunca visto, de una experiencia para nada parecida a las demás, dotada de una originalidad capturada en una misteriosa y fuera de lo común temática.

Al descubrir que, efectivamente, el juego funcionaba, nuestros ciervos aparecieron en alguna parte de un solitario bosque, dispuestos y preparados a realizar las acciones más cierviles, guiadas por un menú tan simple como sencillo de utilizar, con imágenes en lugar de descripciones, esperando pacientemente a que el jugador seleccionase cada una de las ellas y comprobara de una manera práctica su significado.

Allí, en medio del bosque, el pequeño ciervo de cara humana que me representaba empezó a adoptar posturas propias de un ciervo corriente, comandado por cada uno de los dibujos que yo, como jugador, tenía a mi disposición. Alzar la cabeza, descansar, berrear, o adoptar una posición temeraria o de ataque consistían en la mayor parte de su pequeño repertorio de acciones, acompañados por otros movimientos no tan corrientes en la naturaleza del ciervo común.

Asentir, negar, e incluso bailar al son de una extraña música consiguen convertir al ciervo en un ser mágico y misterioso, alejándose cada vez más de la corriente normalidad que un ciervo debería poseer.

Una vez experimentadas las posibilidades de la criatura, me adentré en el bosque con Rokuso3 al otro lado del micrófono, siguiendo exactamente la misma idea. Esperando explorar un entorno completamente desierto, me encontré paseando por un bosque poblado por NPCs inmóviles, con los cuales me veía incapaz de interactuar. Todos parecían descansando o durmiendo profundamente.

Totalmente muerto.

Sin una cuenta en la web de The Endless Forest, veíamos imposible experimentar completamente las capacidades del juego online, ya que la meta principal era explorar el juego conjuntamente, con ambos personajes en cada una de las pantallas. Al cabo de unos diez minutos, desistimos en la creación de la necesitada cuenta, ya que aún no había llegado el correo de conformación, y si me permitís el pequeño spoiler, a día de hoy sigue sin llegar.

Nuestras aventuras por los enigmáticos parajes del extraño bosque no habían hecho más que empezar, galopando de un lado a otro y explorando cada pequeño monumento o lugar especial que surgía a nuestro paso. Un gran árbol hueco, una fuente de agua, varias rocas amontonadas estratégicamente o incluso un cementerio con una gran jaula en su centro eran muchos de los lugares que, como ciervos turistas invitados, parecían edificarse a nuestro camino, volviéndose a repetir una y otra vez a medida que avanzábamos.

Claro está que estos lugares no se generaban aleatoriamente, sino más bien éramos nosotros los que llegábamos hasta el límite del bosque y volvíamos a aparecer directamente por el otro extremo, destruyendo totalmente todo sentido posible de orientación.

"He encontrado un río" sonaba la voz de Rokuso3 al otro lado del micrófono, mientras era acompañada por una imagen de su juego, mostrando un ciervo exactamente igual al mío. "Qué coincidencia", pensé. "Es exactamente el lugar donde me encuentro yo ahora." Asombrado por la inesperada casualidad, volví a oír la voz de Rokuso3: "Voy a saltarlo."

Y como si de un sueño se tratase, al poner mis ojos sobre el juego una vez más, y observar el famoso río que separaba tenuemente aquella zona, contemplé como un extraño ciervo de cara humana saltaba mágicamente a través de él, aterrizando grácilmente sobre la otra orilla.

"¡No te muevas!" grité por el micrófono, y si todos me habéis seguido hasta aquí, seguramente ya habréis deducido la razón de semejante grito. Así es, pues para nuestro asombro, realmente nos encontrábamos en un juego multijugador masivo, o MMORPG. Aquello nos alegró bastante, ya que aquel descubrimiento suponía alcanzar la meta que nos habíamos propuesto: Explorar el juego juntos y desentrañar los posibles misterios de aquel juego tan extraño.

A paso lento pero ligero avanzamos por el bosque, hasta finalmente parar sobre nuestras pezuñas y descubrir la verdadera realidad que nos rodeaba. A medida que avanzábamos, juntos o separados, salían a nuestro paso ciervos con caracteres iluminados en su cabeza, NPCs olvidados de un juego ya perdido en la inmensidad de la red. NPCs que, a nuestro paso por el bosque lanzaban ahora las cabezas y seguían con la mirada nuestros alegres galopes, forjando una realidad bien distinta a la que nos acompañaba apenas cinco minutos atrás.

El movimiento de los extraños ciervos de un lado a otro nos hizo caer en la cuenta de que aquel no era nuestro territorio, de que estábamos pisando un terreno que no nos era conocido. Sí, aquellos NPCs eran algo más que texturas y códigos: Tenían alma.
Cada uno de aquellos ciervos que grácilmente correteaban de un lugar a otro contenía una preciada persona en su interior, al otro lado de una ventana de infinitas localizaciones posibles, y que de una manera u otra había escogido por si misma su destino, acabando en aquel extraño mundo lleno de árboles y criaturas misteriosas.

Algunas acciones provocaban movimientos un poco extraños.

La mayor parte de aquellos extraños jugadores se mantenían quietos, tranquilamente posados bajo árboles o sobre piedras, pero algunos de ellos parecían llevar a cabo interesantes conversaciones con otros ciervos, aun tratándose de un juego sin ningún tipo de chat aparente. Al más puro estilo Dark Souls, y únicamente a través de gestos, los pequeños animales bailaban, berreaban y saltaban, adoptando a su vez distintas posiciones corporales, algunas de ellas incluso antinaturales para un ciervo común.

Todos ellos, cada uno de una forma característica (grandes cuernos, extraños pelajes y enigmáticos rostros), provocaban en nosotros mucha curiosidad, por lo que rápidamente galopamos hacia ellos y tratamos todo tipo de interacciones, desde bailar hasta oler traseros, actos que eran perfectamente respondidos de formas muy parecidas.

Sin dudar un segundo, no me cuesta admitir que ese día hicimos muchos amigos, desde el simpático Trompetillas hasta el pequeño Bambi, pasando por El Negro, que varias veces nos obsequió con geniales pelajes, cuernos y rostros, únicamente obtenibles por aquellos bendecidos por el sagrado correo que nunca alcanzamos y dudo mucho que lo hagamos algún día.

Tras nuestro breve pero intenso viaje, pocas razones quedan ya para volver al extraño bosque, y sólo una incógnita sigue en pie, observándonos desde las sombras y preocupando a nuestro subconsciente: ¿Cuál es la razón que ata a más de noventa personas en un día tan corriente como cualquier otro, a un juego sin ningún tipo de comunicación compleja posible? ¿Qué diversión puede albergar encarnar un ciervo y realizar acciones tan simples como bailar, oler flores o berrear? ¿Y seguir jugando con la misma premisa tres años seguidos? Seguramente ningún jugador lleva atrapado en aquel lugar tanto tiempo, pero sí seguramente tres meses o un año.

Porque entiendo perfectamente que un grupo de usuarios siga años y años en Worlds.com, chateando con amigos y conocidos, pero sin ese componente social, ¿qué sería de él? Durante años, The Endless Forest ha seguido ahí, nutriéndose de un único foro que lleva inactivo desde 2013, albergando casi más de cien usuarios al día, sin ningún lazo visual entre ellos, en su mayoría ausentes u ocupados al otro extremo de la pantalla.

La única conclusión lógica de todo esto es un juego olvidado con su propio ecosistema, que sin duda merece ser visitado alguna vez para recordar que, aunque nada en la vida es eterno, ciertas cosas perduran hasta límites inimaginables, sobre todo si son ayudados con un cariño tan fuera de la lógica como el que profesan los jugadores a este, tan característico videojuego.

Nota: Ningún ciervo fue herido o maltratado en la creación de esta entrada.

4 comentarios:

  1. https://www.youtube.com/watch?v=SRsnpJxM_GA

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  2. AMOR. No se que tendra The Endless Forest, pero tu texto tambien lo tiene. Ese algo que me hace querer jugarlo. Una pena que mi pc no este en condiciones...
    Angol, algun dia nos veremos en The Endlees Forest (en mi cabeza esto sonaba mejor)

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    1. Recuerda que cuando tu cornamenta vuelva a brillar bajo la luz de la Luna, en la colina más alta del bosque eterno sonará el grito de la sombra a través del destino. Cuando la oscuridad más sombría acaricie la noche, vuelve tu espalda al mundo y busca el ciervo de las orejas plateadas. En la cuna del tiempo, allí te estaré esperando.

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